Hablando de motivación, recuerdo cuando hace unos días, un buen amigo me preguntaba sobre cómo podía motivar a su hijo, para que no abandonase sus estudios…

Siempre se ha considerado que la motivación intrínseca, aquella que emanamos desde nuestro interior, es mucho más poderosa y duradera que la extrínseca, aunque en pocas ocasiones se habla sobre la manera de potenciarla y aplicarla.
Comencemos hablando sobre ambos tipos de motivación:

Motivación Extrínseca: La persona estará motivada de forma extrínseca, cuando su conducta esté orientada a conseguir algún tipo de incentivo, premio ó recompensa, aunque que no guarde una relación directa con la ocupación que esté desempeñando. Es este caso, calificaríamos la conducta como, instrumental, es decir, sirve para obtener otra cosa. Ejemplos, el deportista de élite, puede desarrollar su actividad únicamente para obtener un premio en metálico, o el niño que prepara con tesón un examen de matemáticas, buscando evitar el castigo que le puede sobrevenir por suspender, o el reconocimiento y felicitación por parte de sus padres y profesores, por sacar una buena nota, más allá de la satisfacción por adquirir conocimiento ó cumplir con su deber.

Motivación Intrínseca: “Ejecución de actividades sin mediación de ninguna recompensa externa aparente” (Deci, 1975, pag.23). Un individuo está motivado intrínsecamente cuando realice una actividad o tarea en la que haya una carencia de refuerzo externo o de expectativa de recompensa, únicamente porque la considera interesante. Con la ejecución de la actividad, obtiene el placer y la satisfacción que le ofrece la participación misma. Hacer la propia tarea en sí, es su propia recompensa, por lo que no necesita ningún premio externo que le motive a realizarla.

Motivation

Richard Ryan y Edward Deci, autores de la teoría de la evaluación cognitiva y la Teoría de la Auto-Determinación (TAD), indican además, que las conductas motivadas de forma intrínseca se basan en ciertas necesidades psicológicas inherentes a las personas, y que necesitamos satisfacer. Estas necesidades son:
Relación: La necesidad de encontrar y mantener relaciones seguras, recíprocas y vinculadas con los demás. Se materializa apreciando que se pueden establecer fuertes lazos afectivos y percibiendo como tienen un vínculo incuestionable con nuestros semejantes.
Autonomía: Afirmación de que cada cual, es el creador y moderador de sus propias acciones. Por ello, las personas necesitamos tener la sensación de que elegimos aquello que hacemos.
Competencia: Fe en que uno puede relacionarse de forma óptima con el ambiente. Es decir, los individuos precisamos sentir que somos “competentes” en lo que hacemos.

Desde muy temprana edad, estamos acostumbrados a escuchar continuamente aquello que tenemos que o debemos hacer. Y, en la mayoría de las ocasiones, y por la persistencia del mensaje, nos acabamos convenciendo de ello, arrastrando entonces con una pesada carga de deberes y presiones.
Cuando un individuo empieza a tomar conciencia de que está haciendo algo, porque lo ha elegido libremente, toda su perspectiva comienza a cambiar.
La pregunta que puedes hacerte ahora es: ¿qué quiero alcanzar? Y a continuación: ¿qué puedo hacer para alcanzarlo? Esto tiene diversas variantes: ¿Cómo me quiero sentir el día que alcance mi meta? ¿Qué puedo hacer desde hoy para sentirme ya como si fuese ese día?
Piensa ahora en ti mismo, en tu trabajo cotidiano: ¿cómo te quieres sentir hoy cuando te vayas a la cama? ¿Quieres sentir que contribuiste al desarrollo de alguna persona, que tuviste un impacto positivo en la vida de otro? ¿Quieres sentirte satisfecho con los objetivos que lograste, con el esfuerzo realizado? Entonces, ¿qué puedes hacer ya para sentirte así?
Este es un simple cambio de perspectiva, que nos ayuda a liberarnos de esos “tengo que”, y nos pone en las manos el timón para dirigir nuestras vidas. Al final, ver el mundo de una forma u otra es una simple elección.
Y ahora te estarás preguntando, como enlazar y materializar todo lo dicho hasta ahora. Pues bien, cuando pensamos en términos de lo que queremos hacer estamos buscando satisfacer nuestras necesidades de autonomía o autodeterminación En cambio cuando pensamos en términos de lo que podemos hacer, estamos orientados hacia nuestra necesidad de sentirnos competentes en lo que hacemos. Como ya se indicó, pensar en términos de lo que tenemos ó debemos que hacer, nos sitúa junto a las presiones y obligaciones impuestas externamente y que hemos interiorizado con el paso del tiempo.
Sin embargo hay un hecho que es evidente, no todas las actividades se pueden posicionar completamente en el lado del “quiero” y “puedo”, pero cuanto mayor y más profunda sea nuestra reflexión sobre las cosas que hacemos y para qué las hacemos, más nos vamos a sentir felices con el itinerario de nuestras vidas y con aquello que emprendamos.

Por otro lado, las personas somos libres para elegir nuestra conducta, pero no somos tan libres a la hora de elegir las consecuencias de la misma. Por ejemplo, el deportista de élite del que hablábamos al principio, podría ser libre para elegir no ir a entrenar, no esforzarse, no cuidarse, etc. En cambio, no puede elegir las consecuencias que esta conducta le puede acarrear (sanciones, perdida de forma física, lesiones, pérdida de oportunidades…).

Otros enfoques de investigación actuales, indican que para que una actividad sea intrínsecamente motivante debe ser interesante, proveer un desafío óptimo (Csikszentmihalyi y la teoría de flujo), brindar feedback apropiado, y permitir a las personas experimentar su propia forma de hacerla. Además, los estudios también tienden a demostrar que, según cómo se empleen, las recompensas externas (como dinero, premios, reconocimiento u otros incentivos) pueden disminuir o aumentar la motivación intrínseca. (Bandura y la teoría cognitiva social).

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Para finalizar, podemos comentar algunos procedimientos para fomentar la motivación intrínseca, para aquellas tareas que suscitan en principio, poco interés, clasificándolas en tres grandes categorías:

Procedimientos centrados en la presentación y planificación de las tareas : Facilitando la participación en la toma de decisiones. Incluyendo variedad y novedad en el contenido de las tareas (para evitar la rutina), y técnicas para la participación en el establecimiento de objetivos, teniendo en cuenta la adecuación de estos, a las habilidades de la persona, para potenciar su grado de compromiso y sentido de autodeterminación personal.
Procedimientos orientados a la enseñanza de habilidades. En primer lugar, la persona observa la tarea en cuestión, después la ensaya y recibe la retroalimentación necesaria para corregir posibles errores, consiguiendo así el fortalecimiento de su autoeficacia.
Procedimientos de aplicación de incentivos extrínsecos.
Aunque resulta paradójico, en muchos casos para motivar el aprendizaje de una habilidad o tarea y fomentar su motivación intrínseca, hay que recurrir inicialmente a incentivos de tipo extrínseco (premios, halagos, etc…). En este caso es necesario que los incentivos ofrecidos, sean contingentes con la calidad de la ejecución y con el progreso individual, más que con la propia tarea en sí misma. A medida que la persona vaya mejorando sus habilidades se podrán ir retirando de forma progresiva y dejar que la actuación hábil de la persona produzca sus propios incentivos intrínsecos.

Bueno, despues de todo lo dicho, espero que si lo considerais de utilidad, podais hacer una reflexión y encontrar una aplicación práctica en vuestro quehacer cotidiano, o compartirlo con quien lo pueda necesitar.